Comenzamos la ruta a Iguazú, deseosos de explorar y profundizar nuestro conocimiento de la Selva Misionera, nuestro ojos buscaban en el paisaje los indicadores selváticos: árboles altos, vegetación espesa, vida silvestre. El camino, un continuo de curvas verticales, aunque más solitario que otras rutas en Argentina, no se distinguió al principio por su carácter rural, tampoco al final, pueblos sucesivos, separados por algunos kilómetros, camiones y muchos cultivos de árboles madereros fueron la constante hasta Puerto Iguazú.
Ya en la ciudad, la típica frontera tripartita, muchos negocios, un orden diferentes y una infraestructura pública y comercial mucho más básica a la encontrada en el resto del país. Entramos a la librería del lugar, que al mismo tiempo es una biblioteca municipal y además de encontrar los cuentos completos de Horacio Quiroga, encontramos a la Bibliotecaria, una mujer que decidió contarnos la otra cara de la ciudad y la provincia, sus conflictos, las tensiones de la pobreza y la ignorancia, las dificultades del alcohol y la violencia y la vida sin ley, sus relatos aunque escalofriantes y en algunos casos exagerados por la mente, nos dieron una visión más amplia de la región.
Al día siguiente a explorar el lado Argentino de las Cataratas, llegamos temprano y un número importante de carros antecedía nuestro ingreso al parque, la fila se movió rápidamente y en pocos minutos estábamos estacionando al lado de otros cien vehículos. Nos dirigimos a la portería y allí estaban las cataratas: de personas, turistas, niños, sombreros, termos para el mate, ruido, ruido y más ruido.
Siguiendo la recomendación de un guía del lugar que interpretó nuestro desconcierto, nos dirigimos rápidamente a la garganta del diablo pero evadir la multitud era imposible: filas y filas de personas para tomar el tren, en el tren y luego en la pasarela hasta el lugar y finalmente en el mirador, todos en la baranda, todos posando para sus recuerdos, los fotógrafos del lugar ordenando las multitudes para tomar la foto contratada y finalmente, detrás estaba el agua.
Following the advice of a local guide who detected our concerns, we made our way first to the "Devils Throat", however it proved impossible to avoid the multitudes, long lines to take the train, and then to pass along the walkways, and finally to fill the viewpoint. Everyone posing for photos, and behind all this, the water.
Hicimos los senderos, intentamos ver los pájaros y disfrutar el lugar, aquí algo de lo visto.
We walked the paths, seeking to see birds and enjoy the ambience; here some of what we saw.
Al final del día una vuelta por la selva, ahora empobrecida, para respirar al menos un aire mes fresco. Llegar al hotel fue un placer y disfrutar la cena sin movernos del lugar y contrario a todas nuestra prácticas la mejor opción. Iguazú chuleado, ahora hacia Moconá un destino menos invadido era nuestra esperanza.
At the end of the day a "jungle tour", in jungle somewhat affected, however at least with fresh air. Arriving at the hotel was a pleasure, and we enjoyed dinner without leaving the hotel; contrary to our normal practice, however on this occasion the best option. Having checked off Iguazú, we now head for Moconá , a place less invaded, and our hope for a more natural setting.
Besos
Alan y Marce
I find the idea of a book shop/library a bit confusing...isn't that somewhat of a conflict of interests... hard to imagine the business model :)
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